Tanto recuerdo y tanto olvido


Recuerdo que era invierno. Hacía mucho frío y llovía, yo llevaba un jersey de esos gorditos y pantalones de algodón. También recuerdo que no llevaba guantes, ya que mi mano pudo sentir ese frío que desprendías al tocarte.

Pataleaba para que no se me congelase el cuerpo. Recuerdo el sonido de mis pies golpeando aquel suelo. Recuerdo aquella piedra fría y dura, como tu mirada. Recuerdo también el silencio que invadió la escena cuando me levante y me fui, como si supiese lo que iba a pasar. Vagamente recuerdo cómo fue, pero lo que no voy a olvidar jamás son tus brazos abrazándome por detrás, reteniéndome y pidiéndome que me quedara.

Recuerdo como era el abrazo, fue como si lo sintiera, sentía que no era como los de hasta entonces, sentía que algo iba mal. Recuerdo mi corazón queriendo huir, la adrenalina corriendo por mis venas y nuestra, quizá equivocada, confianza depositada en el otro. Y fue cuando mis esquemas se rompieron, cuando él se soltó, cuando yo me solté, cuando sentí el aire golpeándome de frente, abriéndome heridas, matándome. Fue cuando todo falló, tú, yo, quizá nosotros. Fue ese el momento clave en el que todo dejó de tener sentido, cuando no entendía nada y tú no querías que lo entendiera. Te recuerdo, cabizbajo en una esquina, y yo sentada en el suelo oyendo voces de fondo de la gente que pasaba por allí y que no me importaba lo más mínimo. Recuerdo mi reacción, mi reacción de ¿qué está pasando? Recuerdo que después de eso me perdí, no quería recordar nada. No quería recordar nunca más. 

Y entre tanto recuerdo y tanto olvido, se me olvidó que quería recordar.

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