
Pandemia (II)
Unos ojos que brillan como el sol de las 14:00 h. un día cualquiera de agosto.
Un cabello despeinado que se deja ver revuelto.
Unas sonrisas que dibujan paraísos sobre un cuerpo con cada oportunidad de ataque.
Unos dedos que recorren cada esquina de la piel y muestran lo simple que es la felicidad.
Unas manos que acarician con la suavidad precisa en el momento justo.
Unos pies que se enlazan desnudos casi sin querer, tranquilos y cómodos.
Unos labios que anuncian el precipicio de una boca y el placer de sentirla.
Unos brazos que rodean con ese sentimiento oculto por miedo a estropear el momento.
Una barriga que reclama atención tan solo con rozarla.
Una espalda que representa las constelaciones más bonitas que unos ojos hayan podido ver.
Dos cuerpos, una habitación, nuestro sitio, la galaxia.
Qué bonito se ve un confinamiento desde aquí.
0 Comentarios