
Difíciles de matar
Estamos a tiempo de disfrutar el verano.
Estamos a tiempo de escaparnos, o de quedarnos en el sofá, de echar una carrera al agua y de caernos en la arena y comernos a besos y rebozarnos.
Estamos a tiempo de vivir el verano o de no vivirlo nunca. Estamos a tiempo de esperar quince días o de no esperar más.
Estamos a tiempo de recorrernos kilómetros porque lo único que queremos es vernos, o no.
A tiempo de dejarlo todo al azar y saborear el desconocimiento.
Estamos a tiempo de saborearnos.
Estoy a tiempo de saborearte.
Y el saber que estamos aún a tiempo de todo y de nada, el entender que podíamos no habernos conocido, no habernos disfrutado, lo que hace que quiera saborear el privilegio, el destino, a ti.
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