
Suave, y así no vale.
Creo que si hemos dejado pasar el tiempo y que las cosas
quedaran en el aire es porque algo fallaba. Fallaba porque veíamos el final,
aunque yo hiciese oídos sordos con la filosofía de “ojos que no ven, corazón
que no siente”.
Pero sí sentía, y tú lo sabías. Sabías de sobra que era el
prototipo de chica de fachada dura que acababa cayendo, y caía con todo su
equipo. Y emocional, eso decía mi madre. Claro que evitar las discusiones y los
celos iban unidos a “the opposite of love is indiference”. No hablabas de daño,
para ti eso era una palabra que aparecía en el diccionario pero no en tu vida.
Igual de penoso que tu mejor argumento fuese “Ojalá otra situación,
ojalá cinco años más y hubiera sido de las chicas que le gustan a tu madre”.
Otra situación y nosotros en la misma frase, otro momento pero no ahora.
Igual que cuando ellos se llevaron las manos a la cabeza al
escuchar como pronunciaba tu nombre. Lo único que dije fue que nos entendíamos bien
y ya. Por aquel entonces aún no sabía hasta qué punto eso era verdad.
Ni un mes y ya le veíamos final a algo que “no tenía
comienzo”, por muchos sueños y muchas lunas que compartiésemos.
Tu cicatriz no será para siempre y aunque ahora esté
abierta, mereció la pena.
Te quise, y te quiero. Pero suave, y así no vale.
1 Comentarios