Amanece
17
Amanece y asoma un poco de claridad en la habitación que hicimos nuestra la noche pasada. Mis ojos se abren y te miran, perplejos de que estés aquí, a mi lado. Automáticamente mis manos se mueven y se abalanzan sobre tu costado para abrazarte suavemente. Te acaricio. Te siento tan mío (nunca llego a saber si me despierto porque tú segundos antes has usado la misma táctica o es simplemente pura casualidad). Te giras y me dices “Buenos días, amor”. Nos besamos. Noto el paraíso en mi boca y eso que creía tenerlo a mi lado en esa cama, pero qué equivocada estaba. Me acaricias y se me eriza la piel, recorres cada parte de mi cuerpo y yo tan solo me quedo abrazada a ti de la cabeza a los pies. Me susurras al oído, te contesto con un beso en la frente. Te giras. Empiezo a recorrer tus lunares y decido que ya no quiero otros. Trazo una constelación con mis dedos en tu espalda. Mis labios se pasean por tus piernas. Vuelvo a tu cuello y esta vez la que te susurra soy yo. Noto como sonríes y me contagias esa sonrisa inocente. Te me pones encima, me empiezas a acariciar como nadie y entonces entiendo porqué eres tú y porqué hemos decidido ser nosotros.
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