Hablamos
Quedamos para tomar una cerveza. Empiezas a hablar, te embalas. Sigues hablando, te escucho. La verdad es que estás pareciendo interesante. Otra cerveza. Un par de horas, no se te acaba el tema. Tu lenguaje corporal. Algo me está diciendo que va bien, que fluye. Por un momento llego a creer que no eres otro capullo de esos. Compartimos opiniones, gustos. Puede que esta noche compartamos algo más. Seguimos. Llegamos a ese punto. ¿Tú qué buscas? No seas hipócrita, ya lo estás siendo, te estás engañando a ti y a mí, y, lo siento, pero no he venido a perder contra ti. Nos engañamos, nos sumergimos en alcohol y en hipótesis de “y sí…”, y funciona. Nos dejamos llevar. Me llevas o te llevo, hace un rato que ya perdí la cuenta y, la verdad, no me importa en este momento. Cabeza, cállate. Ahora no, no empieces. Nos vamos. Juntos. No sé dónde están las llaves, pero qué narices. Llegamos a donde teníamos que llegar y me pregunto ¿cómo no has estado antes aquí? Otra cerveza, esta vez en la intimidad. Sigues hablando, sigues intentando parecer un tipo interesante. Lo estás consiguiendo. Lo acabas de conseguir. Amanecemos. Despertamos. Caricias. Susurros. Me tengo que ir. Hablamos.
0 Comentarios