La hipoteca



Hace un tiempo leí que "La mejor forma de superar una adicción es haciéndote adicto a otra cosa". Esas palabras me generaban curiosidad y desasosiego. En mi cabeza volaban demasiadas ideas no coherentes que quería conseguir entrelazar. Lo debatí con mi grupo de amigas, pero no fue suficiente. Supongo que a nadie le vale los consejos que le dan los demás y necesita experimentar el dolor en su propio cuerpo para aprender la lección. 

Somos todos un poco masoquistas. Desconozco el porqué de tamaña estupidez humana pero hay dos formas de sentir dolor: el físico y el psicológico. Supongo que a todos nos duele más el psicológico, aunque la herida se vaya abriendo poco a poco y no gritemos de dolor en público. 

Parece que el dolor psicológico no se ve a simple vista, pero algunas personas tienen el poder de ver la tristeza más allá de una cara de lunes. De repente alguien te para, te dice que frenes, que no está todo bien y en un segundo el mundo se tambalea y tus ojos se nublan. Ese día ya nada vuelve a ser igual. Te das cuenta de hasta qué punto llega el disparo.

Cada vez que me hago vulnerable, no lucho. Me voy antes de que alguien pueda hacerme más daño. Me he vuelto una cobarde. Creo que sigo traumatizada por todo lo que perdí en diferentes momentos sin saber las consecuencias de las decisiones que estaba tomando. Me arrepentí durante mucho tiempo, for too long. No sabía cómo reparar esa mierda de dolor interno que nadie podía ver, o que yo no quería dejar ver pero sobreviví. Y ahora pago la hipoteca de un amor a plazos que nunca llegó a construirse.

0 Comentarios