
Odio la distancia
Antes creía que era una nómada. Ahora siento que no pertenezco a ningún lugar. Antes era feliz mudándome cada cierto tiempo. Ahora todo me parece una carga. Antes me despertaba ilusionada y con energía. Ahora lo difícil me parece aguantar cada día y levantarme cada mañana. Ahora lo difícil es mirarme al espejo y reconocer a esa niña que se fue con 17 años y nunca volvió. Antes no creía que fuese a encontrar nunca mi sitio. Ahora lo difícil es encontrar un momento para volver y que no sea mañana. Antes me parecía difícil aguantar en el mismo sitio durante mucho tiempo, me agobiaba la idea. Ahora lo difícil me parece resistir y lo fácil tirar la toalla. Antes los problemas se obviaban y se seguía para delante. Ahora lo difícil es todo lo que se ha quedado por el camino, que pesa a las espaldas. Antes me alegraba de no tener compañeros de piso. Ahora lo difícil es cuando desayunas sola, comes sola y cenas sola. Antes veía un fin de semana como jornadas de selfcare. Ahora lo difícil es pasar cuarenta y ocho horas sin ni siquiera escuchar tu propia voz. Y todo esto no pasó hasta que tú lo rompiste todo. Los esquemas, los planes, hasta a mí. Lo difícil es saber que nunca va a funcionar y que yo nunca voy a volver.
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