Eres un huracán


Por mucho que me empeñe en borrarte, tengo tus recuerdos en una caja que no olvido, porque aunque esa caja se llame olvido, sé perfectamente dónde está y lo que tiene. No podemos borrar todo lo que nos ha hecho ser quienes somos. No podemos levantarnos una mañana y hacer como si los últimos meses no hubieran significado nada en nuestras vidas. Sí lo han hecho, y de qué manera. Eras viento, emoción, adrenalina, la gota que le faltaba a mi vaso. Al principio no eras más que un reto personal, un desafío a mí misma y a todos los consejos que nunca quise escuchar. No lo hice, y no me arrepiento, la gente crece con las hostias que se lleva y no con los superconsejitos que le dan otras personas.

Al principio no eras más que eso, y de repente cuando me quise dar cuenta no podía vivir sin saber de ti, sin aprender de ti, sin “vida”. Digo vida porque era lo que yo imaginaba compartir a tu lado, contigo, algún día, imaginaba como cualquier imbécil/estúpida que se emociona más de la cuenta antes de tiempo. No puedo hablar de un problema en concreto, pero sí de problemas. Entiendo problema como todos aquellos asuntos en los que no estuvimos de acuerdo o que causaron un huracán a su paso por mi mente. El primer huracán en derribar mi casa, mi cabeza, fuiste tú, desde el primer momento. Rompiste mis esquemas, los rompiste y ahí me quedé yo, perpleja sin saber hacia dónde mirar o qué decir. Fingí que todo estaba bien, pero no lo estaba.

El segundo fue una réplica del primero. Ahí estaba yo, intentando hacer ver que ese huracán no había tenido consecuencias tan nefastas o catastróficas en mi vida e hice remiendos cutres que pronto dejaron ver los efectos que había detrás cuando llego una simple réplica. Creía que lo tenía todo controlado, que nada podía salir mal esta vez, pero todo se vino abajo. Se vino abajo con toda su estructura. Había que empezar de nuevo, o-t-r-a v-e-z. Conseguí reponerme, y decidí construir todo de nuevo desde cero, pero esta vez haciendo las cosas bien.

Llegó el tercer huracán, el que se había formado ya en medio del océano, el que se suponía que se desharía antes de llegar a la costa, pero los pronósticos fallaron, porque no hay nada certero, porque para poder hablar de las cosas, primero tienen que pasar. Y pasaron. Y no te imaginas cómo golpeó mi casa, cómo consiguió volver a demostrar que era más fuerte que yo y me pasó por encima, haciendo alarde de por qué se le llama huracán, por qué arrasaba con todo a su paso. Por qué él era el huracán y yo una simple casa en medio de un desierto. 

Todo se vino abajo, el huracán se ensañó con mi casa, el tiempo se detuvo y de repente estaba yo ahí, en frente a algo que no podía impedir pero quería impedir por todos los medios. No pude frenarte, eras un fenómeno natural al que yo no podía hacer frente. Y después de todos esos huracanes, por fin llegó la calma, el tiempo se detuvo, todo a mi alrededor se repuso, pero yo ya no tenía casa.

0 Comentarios